Supergás

Cuando Yolanda escuchó que había habido un problema con la entrada de supergás al país y que iba a haber escasez por unos días, no pensó ni por un segundo que dos días después iba a estar en un disfraz de pollo manejando a toda velocidad una camioneta de escolares robada.
Estaba calentando agua para el mate cuando notó que su garrafa estaba prácticamente agotada, la de la estufa todavía tenía algo, pero sabía que no iba a poder cumplir ambas funciones mucho más de un día. Muy calmada procedió a llamar a su compañía usual de recarga de supergás. Ocupado. Lo había supuesto. No se desanimó y siguió presionando "redial" pacientemente, 5 minutos después atendieron.
Antes de decir nada el interlocutor presionó tres números, se escuchaban gritos desesperados de fondo, diciendo cosas como "¡Cuidado! ¡la está prendiendo! ¡Nos va a matar a todos!" La persona que había atendido dijo "911? Por favor manden un patrullero y a los bomberos de inmediato, hay una mujer loca con una antorcha y no sabemos de lo que sea capaz, por favor, ¡no señora! ¿qué hace? alejese de esos tu...tu...tu..tu".
En ese momento un hombre vestido de traje y corbata rompió la puerta de entrada de la casa con una patada y sin decir nada, fue hasta donde estaba su pequeña estufa a gas y se la llevó, así como estaba. El primer impulso de Yolanda fue salir corriendo detrás de él pero se detuvo inmediatamente al ver el caos que había en la calle: Gente corriendo, gritando, desesperados por un poco del gas, que hasta hace poco calentaba sus hogares y su comida, pero que los había abandonado.
El señor que llevaba la estufa en los brazos fue inmediatamente divisado por la muchedumbre, la gente le ofrecía exorbitantes sumas de dinero, las amas de casa más osadas incluso le prometían sus cuerpos a cambio de la preciosa mezcla de hidrocarburos, pero el señor de traje no soltaba la estufa. Un segundo hombre, desde su auto insistía al hombre para que le diera la garrafa por las buenas, pero este seguía caminando, rechazando ofertas de casas en la playa, esclavos infantiles y una edición anticipada del último libro de Harry Potter. El hombre del auto gritó algo como "si yo no puedo tenerla entonces nadie la tendrá" aceleró con su auto atropellando al hombre del traje y provocando una enorme explosión, la gente de los alrededores que no fue herida, en lugar de salir despavoridos o tratar de ayudar a los supervivientes acercaban ollas y asaderas al fuego que quedó.
Yolanda miró la situación, al principio muy asustada, pero poco a poco el miedo en los ojos fue disminuyendo y fue sustituido por una inquietante serenidad. Cerró la puerta de su casa y salió caminando muy tranquila en dirección contraria a la explosión. Su objetivo: una garrafa.
En su mirada mostraba la convicción de que nada ni nadie iba a evitarle cumplir su cometido.