lunes, 8 de enero de 2007

Odio los títulos que no tienen que ver con el contenido

¿Que carajo es un orejón y por qué razón vienen en tarros? Me pregunto esto porque siempre odié ser el último orejón del tarro, pero antes tengo que ponerle un nombre más apropiado a la situación... el último fósforo de la caja; no, no sirve, los fósforos son útiles y generalmente de los tres que siempre quedan en una caja el último, por razones de suspenso es el único que logra el cometido resultando en una sarta de explosiones sin sentido y anormalmente grandes... Ya está, siempre odié ser el lápiz de color negro, ya saben a cual me refiero, ese que se hace pasar por un lápiz común en el portalápices pero en una inspección más a fondo resulta ser un lápiz perteneciente a una caja de colores, el último invitado para anotar una esquela, la desgracia de sus compañeros lápices de colores por vendido y la desgracia de sus superiores lápices comunes que no lo invitan a sus fiestas en las cartucheras de moda, quedando relegado a la grasienta bolsa de crayolas.
Guau! Como ando para la metáfora.
Bueno, ahora lo que quería decir; siempre odié ser el lápiz de color negro, en el patio escolar siempre era el último de enterarme del chiste del día, cómo “qué pasta de dientes usas?” ”colgate” ”de estas!” o la palabrita de moda generalmente impuesta por mareclo y su manga de peloltudos, o que soledad revoleaba el poncho en alguna canción y un gran etcétera. Ya se lo que están pensando, que lo que me perdí en realidad es una bendición, pero si piensan eso no están siguiendo bien el relato. Las joditas, los revoleos, las palabritas y las cancioncitas me llegaron, de una manera u otra, el problema que como era el lápiz negro no había nadie con quien compartirlas, nadie a quien enseñarle a revolear el poncho, nadie que no respondiera “kolinos” u otra marca de pasta dental. Y eso nunca me gustó.
Ahí mismo tienen una razón de por qué hago esto, y por qué toco la guitarra y si en algún momento compro una anaconda también sería por esto. No por querer convertirme en un lápiz o una lapicera. Esos días terminaron. Ahora persigo otro fin. Averiguar qué carajo es un orejón y por qué vienen en tarros.

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