El sable de reglamento

Toda mi vida, desde que era chiquito, sólo quise una cosa.Ser el vendedor de agrandadores de penes más exitoso que el mundo haya visto. Si, desde aquella vez que encontré esos videos en el fondo de casa quise ser como esos repartidores de pizzas, obreros de construcción, doctores en hospitales y guerreros mandados del futuro a satisfacer a señoritas hambrientas de sus enormes _ _ _ _ (por favor inserte aquí referencia fálica graciosa como palanca de cambio de carne, y lo pueden usar). Pero no sólo eso, también quería traer balance al universo, para que el hombre común y corriente no tuviera nada que envidiarle al cuidador del establo, para que todos tuvieran la chance de embocarse a la hija del granjero, y a su amiga, que había venido a pasar el fin de semana con ella en la granja y se aburrían tanto...

Me metí en la facultad de ingeniería y trabajé en la fluidodinamica de la succión, también fui a África, a encontrarme con esa tribu que se alarga el cuello, finalmente, después de años y años de intentos fallidos lo logré. Inventé el único y más eficaz método para agrandarse el pene, en solo dos horas! Ustedes pensarán, se agolparon reporteros de todo el mundo a ver mi resultado, jornales científicos fueron escritos, la revista time me consideró el hombre del año, e incluso habían rumores de novel... bueno, están equivocados.

Me echaron de la facultad cuando quise presentarlo como tesis doctoral justo en medio de la demostración práctica. Pero no me rendí, tenía un buen producto y estaba dispuesto a venderlo a como de lugar. Primero fui a las grandes tiendas, pero me explicaron que ellos ya vendían un montón de cosas para compensar eso, equipos de electrónica sofisticados, muebles caros, cigarrillos y alcohol. Entonces arranqué puerta por puerta, tarea nada sencilla para un ex estudiante de ingeniería adicto a las películas pornográficas, tuve que abandonar cuando una señora mayor me dijo que si no podía "ayudarla" a "mover la heladera". Como me explicó su abogado, ella de verdad quería que moviera la heladera, y las comillas solo fueron por su irreversible parkinson.

Así estaba yo, con mi agrandador de penes en una mano, y el control remoto en la otra cuando oí hablar de la internet, y me dije "este es un modo casi asegurado de lograr la fama". Otra vez estaba completamente equivocado. Los intereses comerciales,esta vez provenientes de las compañías de autos finos, instalaron un sistema en sus casillas de correo de manera tal que cada vez que les llega una publicidad mía, inmediatamente lo manda a la casilla de spam.

¿Por qué? Me pregunto.

¿Acaso un hombre no puede querer tener su pene más largo?

¿Quién es google para decidir qué quiero yo hacer con mi miembro?

¿Vas a seguir dejando que google te prohiba tener mejor equipamiento?

¡Es hora de la revolucion!

¡Agrandadores de penes fuera del spam!

Cordialmente, Big Cox Dickinson