Cuando alguien pensaba que zafaba de lo que fuera, ahí entraba Osvaldo. Encabezaba la sección divina de castigos irónicos. Un trabajo de lo más entretenido y sencillo, según él.
Si eras prestidigitador, te quebrabas un dedo. Si eras narco, un adicto te agarraba desprevenido, y te mataba para llevarse la droga. Un estafador, te estafaba tu protegido, que a su misma vez era rapiñado por el prestidigitador de arriba con una botella rota, e iban los dos en cana por forcejear en público, y el policía que los agarraba le plantaba droga del adicto de arriba, y se llevaba la plata del protegido del estafador, lo descubrían y se iba a la misma cárcel a la que había mandado a tanta gente.
Había mucho trabajo, porque casi nadie se porta del todo bien, pero para Osvaldo todo era muy aburrido y repetitivo. Entonces apareció Juan. Juan no tenía un pecado particular, solamente tenía mucha, muchísima suerte. Se diría que contaba con la gracia divina, si no fuera porque Osvaldo bien sabía que no. Había revisado.
Decidió que le iba a aplicar un castigo poético, para entretenerse, aunque no estaba muy seguro de por qué lo castigaba. Quizá porque él una vez había sacado un auto abajo de una tapita de coca, pero por todo eso de la divinidad no lo había podido levantar (irónico?). El castigo era "no va a tener más suerte, pero todas las personas que toque, inmediatamente van a tener un golpe de suerte".
Pasó que un día Juan fue a la casa de un adúltero. Lo saludó, y del bolso de la mujer se cayó una foto de ella y el amante. Pero cuando la saludó a ella, la foto quedó atrás del aparador. Por supuesto todo lo tuvo que hacer Osvaldo, que no tenía prevista esta posibilidad, así durante toda la cena, Osvaldo estaba exhausto. Y entonces Juan pasó por el casino. Todas las personas que tocaba mientras caminaba inmediatamente ganaban el máximo premio. El dueño del casino estaba bajando a avisar que no iba a poder cubrir tantos premios de una, y que el casino iba a cerrar, cuando se pechó con Juan, que subía al baño. Y todos, de una manera u otra perdieron la plata. Y luego Juan salió del baño. Más horas extras para Osvaldo.
No tuvo en cuenta que la buena suerte de uno es la mala suerte del de al lado. Gil. Ahí es donde entro yo. Joaquín, trabajo en la sección infernal de maldades ultra irónicas. Y también pongo los premios en las tapitas de coca cola.
7 comentarios:
Y Osvaldo...en algún momento captó la ultra-ironía de su castigo poético...
No hay vacantes en la sección de la hiper-mega-ultra-irónicas...siempre hay que buscar una posición estratpegica en cualquier tipo de cadena "alimenticia"...
yo quiero un ppremio en una tapita ¿cómo hay que hacer?
la verdad no quiero nada, sólo estaba molestando.
me gusta molestar, ahí sí... debería de encontrar un lugar donde paguen por ello.
Clap, clap, clap... un textito que rezuma humor inteligente y elegancia a raudales.
Good for you Mathew...
:]
De donde obtuviste esta data???
Ya sospechaba que Joaquín (que se hacía pasar por mozo) nos había intercambiado las botellas de Coca cuando nos juntamos con Osvaldo en aquel bar....
Entre Nos: ...en realidad soy agente encubierto del ERAI (Ente Regulador de Asuntos Irónicos)
Saludos divinos,
Juan
Pd: Me han gustado mucho tus hipopótamos corruptos, aquí te dejo uno como obsequio
http://masporquerias.blogspot.com/2008/03/hiporrupto.html
Yo conozco a Joaquín, pero es más conocido como el sr. Murphy.
siempre la buena suerte es una estafa no buscada.
Qué jodido, es la mejor entrada de los últimos meses y de las que menos comentarios ha recibido.
Pues nada tío, haz como yo...la próxima entrada que vaya de tetas y culos y verás como esto se llena de intelectualidá y comentarios a dojo, jejeje!
:]
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