sábado, 27 de enero de 2007

La noche de las cabezas húmedas

Me acuerdo del día como si fuera hoy. Porque fue hoy.
Cuando me levanté en los informativos ya es estaban pronunciando al respecto, los paraguas, después de esperar durante siglos pacientemente decidieron que era hora de atacar, los rígidos estilo Mary Poppins eran la compañía de paracaídas, los extensibles eran la fuerza de choque, y los baratos eran kamikazes. Atacaron con lluvia. La milicia de los distintos países se disponía a atacar cuando se dieron cuenta que las bolsas de nylon con las que cubren sus gorras no estaban. Ellos se las habían llevado.
Algunos países ya habían rendido su gobierno a los paraguas. En países ecuatoriales se sumaron las sombrillas. El informativo recomendaba cautela al tratar con los espías paraguas que ocupaban cada casa. Hice memoria 5... no, 6 paraguas, uno en mi mochila, y el resto en el paragüero. Fui hacia mi mochila, a ese le tenía más confianza, me había salvado de varios chaparrones además los de casa habían tenido bastantes penurias debido a que a mi hermano le encanta jugar con ellos cuando no tiene nada que hacer, que es bastante seguido.
Me acerqué con cautela. Afuera todo estaba bastante tranquilo, y si, los pueblos pequeños de países pequeños de continentes no importantes son los últimos en caer. Cuando abrí la mochila ahí estaba. Un Allentino negro extensible pero capaz de soportar los vientos de Libertador, un muy buen paraguas. Lo primero que oí cuando abrí la mochila fue “que hacés todavía acá, sos boludo, no entendiste que tenías que escaparte”. No podía dar crédito a mis oídos, El paraguas hablaba de “boludo”.
“No sos italiano?” pregunté. “no, somos una copia de unos paraguas italianos, pero bien argentinos, pero lo que no entiendo es lo que hacés todavía acá, te mandé un correo electrónico la semana pasada con el asunto "agrande su pene" para despistar, no lo leíste?”
“generalmente no abro ese tipo de correos”
”en serio? Deberías, pero bueno tu pene diminuto no es el asunto, te voy a ayudar por esa vez que me dejaste olvidado en la facultad y tuve la chance de conocer a mi señora, y por la vez que me dejaste olvidado en la intendencia y tuve la chance de conocer a mi amante corrés un peligro terrible, tenés que huír”
“pero adonde, no creo poder estar más seguro que en la ciudad más insignificante del país más insignificante”
Allentino saltó de la mochila y prendió la televisión, mostraban imágenes de las batallas desarrollándose alrededor del mundo, y luego decían iban a mostrar imágenes del líder un paraguas llamado “azul” cuando apareció no lo podía creer, era MI paraguas azul.
Allentino dijo “es él el que planeó la revuelta después de que tu hermano lo usó como si fuera una antena, esta ciudad es nuestra base de operaciones, tenés que huir al desierto, donde ningún paraguas se aventuraría jamás, acá tenés un pasaporte falso, andá con cuidado, y ni se te ocurra tratar de rescatar a tu hermano, donde lo tienen hay más paraguas que libros de Stephen King, andá derechito al aeropuerto”.
Y así es que terminé acá, tenía un disfraz bastante bueno que hice con la cortina del baño, pero me agarraron en el detector de metales del aeropuerto. El hijo de puta nunca sonó.

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